Bernat vive en un lugar inhóspito, salvaje, agreste, indómito. Por las mañanas sale a pasear. Necesita sentir la tierra en los pies, pisarla hasta hacerla suya. Le gusta llegar al mirador desde donde se puede ver todo aquello que es invisible. Desde allí, hace viajes visuales guiado por la luz del mar, hasta que encuentra una isla, o más de una.
Hay una luz, una niebla, y luego vienen las islas.
Cada una es un mundo. Flotan, se deslizan, se dispersan y desaparecen. Se diría que son universos. (Sylvain Tesson)